Sin lugar a dudas el mito de la creación japonés corresponde a uno de los más tradicionales y reconocidos de esta cultura por abordar precisamente la historia concerniente al origen del mundo, es así como sobresale por sus detalles estéticos y culturales al igual que por ser sencillamente fascinante.
El mito japonés de la creación del mundo se encuentra en el libro sagrado llamado Kojiki y a pesar de ser bastante largo se distingue por incorporar una gran dosis de drama que intenta por sobre todas las cosas responder a un mandato político que buscaba plasmar en papel lo más esencial del carácter histórico japonés antiguo.
La historia mítica de la creación
Al principio y en una época extremadamente lejana donde solo existía el silencio, se produjo un sonido con tal fuerza que las partículas y la luz se elevaron trayendo consigo la formación del cielo, las nubes y el sol. En Takamagahara, es decir el reino de las nubes, surgieron siete generaciones divinas que pensaron en la necesidad de arreglar lo que estaba bajo ellos y por lo tanto asignaron esta misión a Izanagi e Izanami.
Esta pareja se estableció en la isla de Onogoro donde crearon su propia ceremonia de matrimonio y tuvieron hijos que posteriormente fueron rechazados por no ser suficientemente buenos. Los dioses volvieron a intervenir y les recomendaron que volvieran a intentar procrear con la diferencia de que él debería ser el primero en hablar y solo así lograron una descendencia perfecta que ocuparía el resto de islas creadas.
El significado del mito
Si bien solo relatamos una pequeña parte, es posible notar como se evidencian aspectos tan característicos de la cultura japonesa, como por ejemplo: considerar al hombre primero que la mujer, en que se trata de una isla ciertamente solitaria y en el hecho de que la perfección es algo absolutamente fundamental para la mitología japonesa.