Ah Kin, considerado como el dios del sol, era muy respetado por los mayas desde tiempos remotos, ya que se le consideraba un sanador de enfermedades y un protector contra los demonios del mundo de la oscuridad.
Origen de Ah Kin
Cuenta la leyenda de la mitología maya que Ah Kin, antes de ser el dios del sol recorría cada noche el inframundo, es decir el universo de los muertos, esperando a que el sol volviera a brillar.
Los dioses mayas son reconocidos por sus importantes poderes y su gran influencia en el mundo terrenal y en el espiritual, el dios del sol poseía poderes curativos y protectores, brindando además, esperanza a los más jóvenes para conseguir buenas esposas garantizando con ello una unión fortificada.
Adoración al dios del sol
Los mayas no adoraban al sol físico, sino al espíritu que éste representaba, la estrella solar era considerada como un Cristo cósmico, encargado de dotar de fuerza, energía y poder a todo el universo.
El dios del sol, es uno de los seres espirituales más respetados y venerados por la cultura maya, siendo su principal ritual de adoración la quema de incienso al amanecer, acompañado de rezos, oraciones y sacrificios.
Por otro lado, sus adoradores le rinden cultos y sacrificios para no alterar su carácter, considerando su gran poder para provocar sequías y tempestades arrasadoras.
Representación del dios del sol
El culto al sol es representado con imágenes que contenga logos solares, los cuales tienen tres aspectos: padre, hijo y espíritu santo.
Es representado en su forma de anciano Itzamná Kinich Ahau, con enormes ojos cuadrados, una nariz recta y los dientes superiores limados con la forma de la letra T.
Los mayas consideraban que el dios del sol descendía desde su esfera espiritual al mundo físico, para tener un contacto directo con la parte más íntima de los seres humanos, brindando ayuda y sanidad para el alma de quienes le recibían.