La mitología Inca es considerada como uno de los instrumentos más importantes utilizado en el proceso de la formación de su imperio a la par con las transformaciones económicas, sociales y de la administración.
Dentro de esta mitología se apreciaba al mundo desde dos niveles, el horizontal y el vertical, el horizontal se dividía a su vez en dos partes hanan y hurin, el mundo de arriba y de abajo, comprendida como complementariedad, oposición y reciprocidad. Mientras que el vertical se reconocía en tres planos; Hanan Pacha (el mundo celestial), Kay Pacha (el mundo terrenal) y Uku Pacha (el mundo de los muertos o mundo de abajo).
Ambos planos ejercían una gran influencia dentro de esta cultura, los Incas creían que era posible mantener la comunicación entre el mundo físico y espiritual, así como entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Uku Pacha, el mundo de abajo
En la mitología Inca el mundo de abajo o Uku Pacha, se concebía no solo como el lugar de los muertos, sino también como el lugar de reposo de los niños no nacidos, de todo aquello que se encontraba debajo de la superficie de tierra, incluyendo las profundidades del mar.
El mundo de abajo, tiene como representación animal una serpiente gigante, conocida como Amaru, asociada con el poder y la sabiduría, simbolizando la vitalidad del agua que permite la existencia del pueblo aimara.
La cosmovisión que tenían los Incas del mundo que los rodeaba era muy interesante, teniendo rasgos en materia de tiempo y espacio, en donde existían diversos mundos simultáneos y paralelos entre sí, los cuáles permitían la comunicación entre las entidades espirituales y naturales.
Los Incas consideraban a las fuentes, cuevas y toda abertura de la corteza terrestre, como una vía de comunicación entre Uku Pacha y Kay Pacha, es decir; entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.