Al hablar de los principales dioses romanos es común que nos encontremos con Baco, un dios bastante controversial pues se enfoca en el delirio y en el desenfreno, es quizás por ello que se hace tan cautivador conocer un poco más sobre el denominado dios del vino y de la danza, el cual suele ser representado siempre estando en compañía de una copa de vino y un racimo de uvas.
Gracias al desenfreno que le suele caracterizar y el inagotable gusto por el vino, el Dios romano Baco suele ser participe de innumerables expresiones artísticas a lo largo de la historia.
Baco, el dios romano del vino
En cuanto al origen de esta deidad podemos decir que se ubica como fruto de una aventura entre Júpiter y una humana llamada Semele quien era hija de un rey de Grecia, por otra parte se dice que pasó momentos amargos a causa de la ira de Juno al descubrir la infidelidad de Júpiter.
La misión de este dios no era otra que liberar de la preocupación y de los cuidados extremos así para ello acudía a la música y un instrumento llamado aulós. Su figura se distingue por representar a un hombre bastante joven y atractivo que gracias al aporte griego terminó haciendo parte de la cultura romana.
El culto a Baco
Para las celebraciones en su honor, se llevaban a cabo generalmente en secreto los denominados bacanales, que correspondían inicialmente a fiestas de grandes proporciones donde se bebía considerablemente y se planeaban conspiraciones políticas. A estos encuentros únicamente podían asistir mujeres, aunque más tarde esto cambió y los hombres también eran bienvenidos.
El nombre griego para Baco es Dionisio y debido a que es un gran inspirador del éxtasis y el desenfreno, este dios poco a poco fue haciéndose mucho más importante para esta sociedad.